Provoleta, la tradición que acompaña al asado
Podemos discutir si al asado lo acompañamos con ensalada o papas fritas, pero nunca discutiríamos la presencia de una provoleta. Este queso parrillero es un invento argentino que se ha transformado en una tradición de los asados domingueros.
Una historia que comenzó en Italia y se convirtió en tradición argentina
El provolone es un queso originario del norte de Italia y su manera de hacerlo fue traída a nuestro país por los inmigrantes, especialmente piamonteses. Proveniente de esos lares llegó Natalio Alba quien combinó un gusto de su tierra natal, el queso, con otro adquirido en las nuestras: el asado. Así nació, allá por la década del 40, la famosa provoleta; un queso parrillero que no se derrite por fuera al asarlo ¿Cómo lo logró? Introduciendo en su fabricación el hilado para darle consistencia exterior. La innovación de Alba estuvo en la forma que le dio al queso. De la tradicional “pera” fabricada en Italia pasó a la cilíndrica, que permite su fraccionamiento uniforme. Esta novedad en la forma de producir provolone fue registrada en la Dirección de Modelos y Diseños Industriales en 1968 en la clase “forma exterior y medio de sostén estéticos para queso”.
El registro de la innovación y el nombre
No todo fue comer y cantar en la inscripción de la provoleta en el Registro de Modelos y Diseños, ya que no existía su clasificación en el Código Alimentario Argentino. Fue así que, en 1955, se incluyó la categoría de “queso provolone hilado argentino”, cuya primera marca registrada fue Provoleta.
Todos estos trámites se sucedieron mientras la provoleta se posicionaba en carnicerías y se servía en los carritos de la costanera. Por eso, la marca trascendió al producto y hoy llamamos genéricamente “provoleta” a cualquier queso parrillero.
Otras invenciones para disfrutar la provoleta
Para los amantes de la comida gourmet o que no tienen parrilla se inventaron las provoleteras. Estas son planchas de hierro, del tamaño de una rodaja, que se ponen directamente al fuego. Con el tiempo, las provoletas se empezaron a servir condimentadas con aceite de oliva y orégano. A esta forma, más tradicional, se le fueron sumando variantes como aceitunas, albahaca o morrones.
Así, el producto del ingenio de Natalio Alba se convirtió en una tradición argentina, disfrutada por millones en todo el mundo.
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