El código de barras. La innovación que cambió las ventas minoristas

La diversidad de artículos que manejan las ventas minoristas a gran escala torna compleja su logística. El advenimiento de innovaciones como el código de barras y el láser han permitido que las tiendas actuales puedan vender desde un alfiler hasta electrodomésticos de manera sencilla y ordenada. Además, al tener un formato estándar internacional, permite facilitar el comercio entre países y la trazabilidad de los productos.

Como arena entre los dedos

A finales de la década del 40, el propietario de tiendas minoristas de Estados Unidos Joseph Woodland buscaba automatizar el pago para acelerar el proceso y evitar fraudes. La idea se le ocurrió un día que estaba sentado frente al mar y jugaba con la arena de la playa. Cuando vio los surcos y elevaciones que habían dejado sus dedos en la arena pensó que se podría usar una serie de líneas gruesas y finas para codificar información. Así podrían describir un producto y su precio en un código que una máquina pudiera leer. Su proyecto era posible pero caro con la tecnología de la época. Sin embargo, Joseph no se dio por vencido y en 1952 obtuvo la primera patente para un código de barras.

Barras finas, barras gruesas y números

El código de barras está basado en la representación de un conjunto de líneas paralelas de distinto grosor y espaciado que en su conjunto contienen una determinada información, es decir, las barras y espacios del código representan pequeñas cadenas de caracteres. De este modo, permite reconocer rápidamente un artículo de forma única, global y no ambigua en un punto de la cadena logística para realizar inventario o consultar sus características asociadas. La correspondencia entre la información y el código que la representa se denomina simbología.

Un paquete de chicles lo presentó en sociedad

Los avances en informática y tecnología láser mejoraron al código de barras y llevaron al ingeniero George Laurer, de la empresa IBM, a desarrollar el proceso actual donde se puede leer el código del producto rápidamente al pasarlo por un escáner. Laurer creó también el patrón y la codificación que originaron el Código Universal de Producto (UPC por sus siglas en inglés), que consta de una simbología de código de barras para rastrearlos y es usado en la mayoría de los países del mundo.

A principios de los 70 y tras muchas negociaciones las cámaras empresarias relacionadas con las ventas minoristas, especialmente de alimentos, acordaron usar el UPC y el 26 de junio de 1974, en la caja de un supermercado de Ohio se usó por primera vez para escanear un paquete de chicles registrando el precio de U$S 0,67.


¿Sabías que…?

- El ancho de las líneas y el espacio en blanco entre ellas indican la secuencia de números que representa

- El UPC consta de 12 dígitos numéricos que se asignan de forma única a cada artículo comercial

- Por sus trabajos relacionados con códigos de barra, Laurer obtuvo 25 patentes



Código de barras: evolución

No, lo que lees no es el título de una película. Hoy puedes visitar un museo, ver un mapa o acceder a Whatsapp® desde tu PC gracias al código QR (del inglés quick response). Es la evolución del código de barras y se trata de un módulo para el almacenamiento de información en una matriz de puntos, es decir es un código de barras bidimensional. Mientras las barras se leen solamente en un sentido (horizontal), la matriz de puntos se lee en dos (horizontal y vertical). Fue creado a mediados de los 90 por una compañía japonesa subsidiaria de Toyota con el objetivo de leer el contenido a alta velocidad. Como era de esperarse, se aplicó primero en la industria automotriz y luego se amplió a las industrias alimenticia y farmacéutica, principalmente. La gran difusión del código QR se debe a que la empresa desarrolladora, Denso Wave, decidió hacer públicas sus especificaciones para que pudiera usarse libremente.

En 2002 se popularizó, ya que salieron al mercado los primeros smartphones capaces de leerlo y como pasó con el código de barras se estandarizó para adaptarse al comercio internacional. Más tarde evolucionó hacia el código iQR (intelligent quick response) que puede imprimirse en formato rectangular. Hoy podemos decir que es una herramienta más de nuestra vida cotidiana: lo usamos en nuestros pases de abordar en el aeropuerto, para pagar rápidamente en el súper o para saber la calidad de la semilla que sembraremos esta campaña

 


¿Sabías que…?

- La matriz de puntos, también llamada codificación 2D o bidimensional, permite la generación de un gran volumen de información en un formato reducido, con alta fiabilidad de lectura y corrección de errores (legible hasta con un 20%-30% dañado)

- Las marcas cuadradas en tres de las esquinas de un código QR son las que permiten la rapidez de lectura de la información

- Un código QR puede codificar alrededor de siete mil números y también caracteres kanji (los usados en la escritura japonesa)

- Un código QR almacena más información y puede leerse 10 veces más rápido que un código de barras

- En 2012, el código QR ganó el premio “Good Design Award” al mejor diseño industrial de Japón

- Un código iQR del mismo tamaño que uno QR contiene 80% más de información. Si contienen la misma cantidad de información, el código iQR puede imprimirse hasta 30% más pequeño


 

Semillas de calidad trazables con iQR

En el año 2014, el Instituto Nacional de Semillas (INASE) implementó el uso obligatorio de rótulos con código iQR para las semillas híbridas (maíz, sorgo, girasol, arroz y colza) y las variedades de soja. Esto evita fraudes en el comercio (no se pueden duplicar) y ayuda en la trazabilidad de las bolsas vendidas.

El uso de códigos iQR permite, a los inspectores de INASE, determinar en forma rápida la correspondencia entre el rótulo que tiene el comerciante expendedor y el proceso de fiscalización de esa semilla para evitar fraudes o comercio ilegal, más conocido como “bolsa blanca”; por otro lado, contiene toda la información inherente a la calidad de la semilla: poder germinativo, pureza, año de cosecha y la identificación de semilla curada, entre otra.

El largo camino desde el semillero hasta tu mesa

Una empresa de Santa Fe que elabora harina de trigo traza, mediante códigos QR, todas las etapas de producción (desde la semilla hasta el supermercado). Así desde cada paquete de harina se puede acceder a información como la variedad de trigo utilizada, las dosis de fertilizantes y fitosanitarios aplicados y la fecha de cada etapa del proceso.

Desde la idea original de Woodland hasta ahora han pasado 70 años. En ese tiempo las constantes mejoras en la codificación de información y los sistemas de lectura permitieron bajar los costos e instalar los códigos como herramientas necesarias para mejorar nuestra calidad de vida. Sin duda, la innovación ¡marca la diferencia!

 

 

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