Una buena semilla marca la diferencia
La palabra semilla proviene del latín seminis (semen), que está relacionada con dejar descendencia y hoy cuando hablamos de semillas nos referimos tanto a las semillas propiamente dichas (parte del fruto que contiene el embrión), como a las partes de plantas destinadas a la misma función (esquejes, rizomas, tubérculos, brotes, etc).
Las semillas ayer y hoy
La cultura de nuestros antepasados indígenas, principalmente los mayas y aztecas, giraba en torno al cereal más cultivado de América: el maíz. Éste era la base de su alimentación y de sus creencias religiosas. Según algunas leyendas aztecas, el maíz fue un regalo que le hicieron los dioses a ese pueblo y la palabra teocinte, ancestro del cual proviene el maíz significa “semilla de los dioses” en el idioma náhuatl.
Más de nueve mil años después, el maíz y el trigo, junto con el arroz, siguen siendo las semillas más sembradas y representan los pilares en los que se asienta la alimentación mundial. Con los avances científicos y tecnológicos actuales ha sido posible que las plantas provenientes de esas semillas, pudieran transformarse además en productos útiles para el hombre y el ambiente (combustibles o plásticos biodegradables), ampliando aún más su uso industrial.
Ya nuestros antepasados sabían que las semillas eran muy valiosas y no se equivocaron. Hoy las consideramos el insumo básico de nuestra agricultura y son una de las piezas fundamentales de la industria agroalimentaria y la economía nacional. Las semillas son un insumo con parámetros de calidad evaluados y certificados nacional e internacionalmente que le garantiza al agricultor un producto de alta calidad (sin contaminación con malezas y enfermedades). Aseguran un cultivo parejo y vigoroso que expresará su potencial de rendimiento.
Planta y fruto de Teocinte (A´) y maíz (B´) (Fuente: Biodiversidad mexicana)
¿Y el grano?
Semilla y grano no son lo mismo. El grano es el producto cosechado por el agricultor que se usa como materia prima para la industria y/o se exporta. No tiene parámetros de calidad certificados, puede estar contaminado con semillas de malezas y no tiene el mismo vigor ni poder germinativo que la semilla que le dio origen. Recordá: semilla para sembrar, grano para destinar a industria o consumo.
La semilla nativa o criolla
Se llama semillas nativas o criollas a las seleccionadas y usadas por los agricultores de las comunidades. Los cultivos provenientes de ellas son variables, identificables y generalmente tienen un nombre local. Carecen de mejoramiento “formal” y se caracterizan por su adaptación a las condiciones ambientales del área de cultivo. Están estrechamente relacionadas con los usos tradicionales, hábitos, dialectos y celebraciones de los agricultores que las desarrollaron y las siguen cultivando. En los Andes peruanos, por ejemplo, hay más de 4.000 variedades criollas de papa.
Entonces, ¿qué semillas pueden usar los productores?
Para la siembra pueden usar tres tipos de semilla: fiscalizada, de uso propio y/o variedades criollas.
Fiscalizada: es aquella que ha pasado por un proceso de certificación por parte del INASE. Este garantiza su identidad, pureza varietal y física (que no contenga semillas de malezas, de otras especies y/o estructuras seminales), poder germinativo y calidad sanitaria.
De uso propio: es la semilla que el productor hace en su campo a partir de la adquisición de semilla comercial (fiscalizada). Para reservar semilla para uso propio, se deben cumplir con los requisitos de la Resolución 35/96 del INASE:
- Ser agricultor
- Haber adquirido legalmente la semilla originaria
- Reservar del grano cosechado el volumen de semilla que se usará para la siembra, individualizándola por variedad y cantidad, previo a su procesamiento.
- El destino de la semilla reservada deberá ser la siembra en la explotación del agricultor y para propio uso.
¿Cómo se certifican las semillas?
La certificación de semillas es un proceso de control oficial que realiza el INASE. Comienza con el control del origen de la semilla que se siembra, continúa con la inspección de los lotes de producción, la cosecha y finaliza con el acondicionamiento, embolsado y rotulado de la semilla. En el proceso de certificación hay controles administrativos, controles de las exigencias del cultivo en campo (por ejemplo, el aislamiento; es decir la distancia mínima a la que puede estar el lote de otro de la misma especie) y en laboratorio y de la semilla finalmente precintada en envases. Esto garantiza la calidad, pureza genética, poder germinativo, sanidad, homogeneidad del lote y trazabilidad de la semilla. El productor encontrará la Semilla Certificada adecuadamente identificada mediante un rótulo oficial en envases u otros contenedores autorizados.
La certificación de semillas puede ser nacional o internacional. La certificación nacional consiste en un proceso de control (fiscalización) realizado a través de inspectores del INASE, con la aplicación de convenios con los gobiernos provinciales u otras instituciones públicas. Esta clase de semilla se distingue por la presencia, en el envase, de un de rótulo conteniendo una estampilla oficial adherida al mismo que acredita que el contenido de dicho envase responde a la clase de semilla que se indica. Hay especies de fiscalización obligatoria (arroz, alfalfa, maíz, trigo, girasol, soja) y otras de fiscalización optativa (garbanzo, centeno).
La fiscalización internacional corresponde a aquellos sistemas de certificación de semillas implementados en forma armonizada en varios países y/o que están enfocados al comercio internacional de semillas. El INASE, como autoridad de aplicación en Argentina de la certificación de semillas, está implementando actualmente 3 sistemas:
Sistema de Certificación Varietal de la OCDE: se rige por las Reglas y Directivas de la OCDE. Las empresas exportadoras requieren esta certificación principalmente cuando el destino de la semilla es algún país miembro de la Unión Europea. Esto se debe a que el sistema OCDE es reconocido como equivalente al sistema europeo y la certificación OCDE permite la comercialización en todo ese territorio. Participan de este sistema, 58 países de todo el mundo.
Sistema AOSCA: es el sistema que usan las agencias de certificación de semillas de los distintos estados de Estados Unidos y Canadá y que tiene como miembros internacionales a Nueza Zelanda, Australia, Chile y Argentina. Este sistema es muy usado por las empresas que producen semilla en contra estación para Estados Unidos.
Fiscalización Nacional con destino Exclusivo Exportación: permite que, a solicitud del interesado, se le otorgue la condición de semilla fiscalizada a aquellos lotes que no cumplan alguno de los requisitos del sistema nacional pero que se adecuen a los requerimientos del país de destino. Los rótulos de la semilla fiscalizada bajo estas condiciones deberán llevar la leyenda “Destino Exclusivo Exportación y el país de destino de esa exportación”.
¡Hay innovación en semillas!
Investigadores del ámbito público y privado trabajan día a día en la innovación en semillas para seguir dando más cantidad , más calidad y más rendimiento.
Desde el teocinte sembrado por mayas y aztecas de muchas mazorcas pequeñas y de pocos granos pasamos a los híbridos actuales con mazorcas de 800 granos y que rinden más de 10 toneladas por hectárea.