Todo sobre el Té ¿Cuánto ingenio tiene tu pausa?

Algunos recordarán aquella publicidad que decía “la pausa son cinco minutos…” Cinco minutos para relajarte, cinco minutos para disfrutar, cinco minutos para vos. Pero alguna vez te preguntaste, ¿qué es lo que hace que esos cinco minutos sean confortables? La respuesta, en tres palabras: el ingenio humano.


Los orígenes del té

Cuenta la leyenda que un monje budista pasó nueve años, despierto y concentrado, meditando en silencio frente a la pared de una cueva. Pero un día se durmió. Cuando despertó, estaba tan disgustado que se arrancó los párpados y los arrojó al suelo. De ellos surgió una planta, de la cual sus seguidores preparaban una bebida que los mantenía alerta y les calmaba los nervios, estado ideal para la meditación.

Esto es solo una leyenda, la realidad es que el té es la bebida más consumida en el mundo, después del agua y en todo el proceso, del campo a tu taza, hay mucha innovación para satisfacer las diferentes preferencias de los consumidores.

¿Sabías que…?

Con 1 kg de té se obtienen alrededor de 90 litros de infusión.



 


El té en Argentina

- Somos el principal productor de América
- 90% de la producción se exporta
- Hay 40.000 hectáreas cultivadas (93% en Misiones y el 7% en Corrientes)
- Se cosechan 337 mil toneladas
- Se generan 80 mil toneladas de té seco (98 % negro, 1,7 % verde y 0,3 % rojo)
- La industria del té emplea directamente a 18 mil personas y 24 mil indirectamente



El ingenio de tu pausa se remonta a miles de años

Para saber cómo el ingenio humano ha sido partícipe del confort de tu pausa de cinco minutos, debemos viajar unos cuatro mil años al pasado, más concretamente a China, donde comenzó el interés por la planta Camelia sinensis (nombre y apellido del té) como bebida medicinal por sus suaves propiedades estimulantes. Así, aquellos antiguos agricultores comenzaron a cultivar té y a escoger aquellas plantas más convenientes (por la facilidad de recolección, época de maduración, sabor de la infusión resultante, etc.) para seguir cultivándolo.

Eligiendo las mejores plantas

Actualmente, los cultivares de té comúnmente usados son fruto del trabajo multidisciplinario y basado en ciencia de agrónomos, biólogos, biotecnólogos, ingenieros informáticos, químicos y productores, entre otros. Han sido el resultado de la selección de plantas silvestres y/o de la polinización controlada de algunas plantas escogidas por características como rendimiento, resistencia al frío y tolerancia a enfermedades o producción de ciertos compuestos que luego darán aroma y sabor. Esas plantas superiores son reproducidas clonalmente (por esquejes) y constituyen la variedad o cultivar.

Al ser un arbusto, el proceso de mejoramiento es complejo, pero puede ser acelerado por el uso de herramientas modernas como los marcadores moleculares y la genómica que ayudan a seleccionar los individuos de características superiores. Los primeros ayudan a examinar los diferentes tipos de plantas y a encontrar las “distintas”. La genómica, por su parte, permite buscar y ubicar genes asociados a características deseables y cuando sabemos dónde están podemos dirigir el mejoramiento a través de cruzamientos y selección para introducirlos en los mejores cultivares. A su vez, el seguimiento del gen introducido en esos cruzamientos se puede hacer con marcadores moleculares para facilitar la selección y cultivo sólo de las plantas que lo contengan. Los clones se reproducen en viveros donde están más de un año antes de ir a los campos de cultivo.

En Argentina, todos los cultivares obtenidos en los programas de mejoramiento que quieran comercializarse deben inscribirse en INASE. Actualmente hay 26 cultivares de té, ocho de los cuales están protegidos por derechos de obtentor. 


La planta los usa para una cosa, nosotros para otra

El té es una bebida valorada por los compuestos que le dan el sabor y las propiedades calmantes o estimulantes que buscamos al beberlo, pero esos compuestos están presentes en la planta para cumplir una función muy diferente:

- La cafeína, el compuesto que le da al té propiedades estimulantes está para repeler insectos.
- Las catequinas, responsables del sabor amargo, son antioxidantes que la protegen de la radiación UV.
- La teanina, aminoácido al que se le atribuyen las propiedades calmantes de la infusión, contribuye al crecimiento de la planta.


 

Tecnología aplicada al cultivo

Lograr un té de alta calidad, necesita no solo partir de un buen cultivar sino también de los cuidados posteriores del lote, es decir las aplicaciones de las buenas prácticas agrícolas (BPA) y de manejo, necesarios para llegar a la cosecha con una planta en perfectas condiciones.

Una vez decidido el cultivar a plantar, hay que esperar entre 12 y 15 meses para poder realizar la primera cosecha. En ese tiempo, deben realizarse podas para que la planta no crezca por encima de los 120 cm y así facilitar la cosecha. También deben controlarse las plagas, enfermedades y malezas. En este aspecto, los avances en informática y robótica, así como en el desarrollo de drones han beneficiado enormemente el trabajo en los campos de té. Actualmente existen softwares que distinguen entre plantas sanas y enfermas o malezas en el cultivo, permitiendo solo la aplicación localizada de los productos necesarios, ocasionando así ahorros de hasta 90% de fitosanitarios.

 

Del campo a la fábrica: blockchain en la industria del té

El blockchain es una tecnología subyacente en la criptomoneda, que descentraliza las gestiones eliminando los intermediarios. Es un mini-internet que permite realizar la trazabilidad de cualquier producto desde que estaba en el campo hasta que llegó a la mesa del consumidor y además asegurarse del cumplimiento de las BPA, entre otras cosas.

Una empresa multinacional, está implementando un proyecto de blockchain para unir productores de té de Malawi, Sainsbury, tres grandes instituciones financieras y servicios de tecnología. Esto facilitará el seguimiento y la verificación de los contratos, incluida la simplificación de los pagos y el suministro de información a los consumidores sobre el origen, la procedencia y la calidad del té que compran. También, los compradores podrán ofrecer precios preferenciales a los productores cuyos tés cumplan con los estándares verificados por blockchain para sustentabilidad, pago justo a la mano de obra y aplicación de BPA.

Fabricación del té

En la cosecha se recolectan las hojas superiores y los brotes. Estas, al llegar a la planta de procesamiento entran en una línea de marchitado, donde mediante calor se les extrae hasta un 70% de humedad. Así las hojas se pueden plegar (enrollado) y son más manejables para el cortado. Este proceso facilita la oxidación, proceso que modifica las características químicas de las hojas, lo que también hace que cambien de color y liberen sustancias aromáticas. Para este procedimiento las hojas se extienden sobre mesas y se mantienen húmedas. Para detener la oxidación se secan y se le quitan las impurezas que puedan haber quedado (restos de tallo, por ejemplo) y queda listo para el envasado.

¿Sabías que…?

Por lo general, las hojas de té son recogidas por mujeres porque sus manos son más finas y pueden seguir la regla “two leaves and the bud” (las dos hojas superiores y la yema foliar). El material cosechado se lleva en un cesto o en un paño sobre el hombro.

 

¿Todos los tés son iguales?

No. El sabor mejoró con la innovación en el procesamiento de las hojas y así puede obtenerse, de una misma planta, té verde, blanco, negro y oolong.

El té negro es el más procesado de todos, con una oxidación larga que le confiere un sabor fuerte y alto contenido de cafeína. El té oolong o té azul tiene una fase intermedia de procesado, es decir que es semi-oxidado. Esto hace que las hojas tomen un característico color azulado del cual toma su nombre. El té verde es el tipo menos procesado de todos con una oxidación muy breve. Dentro de los tés verdes se encuentra el té blanco, el más exquisito y delicado de todos los tipos de té porque se elabora solo con los brotes y tiene una oxidación todavía más corta que el té verde. Finalmente, el té rojo es aquel sometido a un largo y complicado proceso que lleva doble oxidación. En el té rojo existen añadas, como ocurre con el vino.

 

Autenticación de tés

No solo las obras de arte deben autenticarse, también los tés. Para ello se usa el código de barras de ADN. Este método automatizado y rápido permite, secuenciando fragmentos cortos de ADN, identificar el cultivar y su origen geográfico.


A, G, C y Té

El ADN (material genético) de todos los seres vivos está formado por cuatro bases nitrogenadas diferentes: adenina, guanina, citocina y timina (A, G, C y T) dispuestas de manera específica a lo largo de la cadena. La secuenciación del ADN consiste en determinar el orden exacto de las bases del fragmento analizado.


 

Denominación de origen Darjeeling

La denominación de origen no es una marca, sino el nombre de un país, región, lugar o área geográfica determinados que sirva para designar un producto originario de ellos y cuyas cualidades y características se deben exclusivamente al medio geográfico. Este es el caso de té Darjeeling, zona ubicada al norte de Bengala, en la India. Allí el té es cultivado en laderas muy empinadas de alta humedad y abundante niebla que aportan unas características únicas al producto final. Para evitar engaños al consumidor, en 1983, la Junta de Té de India lanzó la denominación de origen y el logotipo que la identifican.

¿Sabías que…?

De los mil millones de kg de té que se producen al año, sólo 8,5 millones son té Darjeeling Cada año se ponen en el mercado más de 40 millones de kg de té diciendo que provienen de esa zona. Para saber si son reales o falsos, el consumidor debe buscar la denominación de origen.

 


La innovación que tiene como objetivo la comodidad y el mimo de los sentidos

Si hay algo que valoramos en este mundo acelerado en el que vivimos, es la comodidad y la practicidad en la preparación de nuestros alimentos y bebidas, pero sin perder calidad. Así, los humanos nos la hemos “ingeniado” durante cientos de años para hacernos la vida más fácil y placentera.


Las damas primero

Corría el primer año del siglo XX cuando Roberta Lawson y Mary McLaren, dedujeron que se necesitaban muchas hojas para preparar una buena taza de té y que éstas perdían calidad si se las dejaba en el agua mucho tiempo. Pensando cómo mejorar y facilitar el proceso, inventaron una bolsa de algodón, de malla abierta, doblada por la mitad y cosida en los laterales a las cual se le podían introducir algunas hojas de té. Luego, esta bolsa se metía dentro de una taza con agua caliente para realizar una única infusión para uso inmediato. Patentaron su invento en 1903 y desde entonces podemos hacer de los cinco minutos, una pausa.

 
Un salto hacia el mercado

Mary y Roberta no tuvieron éxito en llevar su invento al mercado. Quien lo logró fue Thomas Sullivan, un importador, quien usando herramientas de márketing de la época mandaba muestras de diferentes tés a sus clientes en pequeñas bolsitas de seda. Estos, en lugar de retirar las hojas y prepararlas en una tetera, vieron el beneficio de infusionarlas directamente ahorrándose el tiempo de lavar tetera y colador y generando menos desperdicios. Pero la seda era muy cara y su tejido muy fino, así que la sustituyó por gasa. Así, las nuevas bolsitas de té se abrían paso en los hogares americanos.


Los ingleses fueron más conservadores

Detrás de estos primeros inventores llegaron otros que perfeccionaron el saquito de té. En 1910 se le adicionó una cuerda para retirarlo fácilmente de la taza y en 1929, una empresa alemana inventó la primera máquina para su embalaje (producía 35 saquitos por minuto). En 1930, se inventaron los saquitos de fibra de papel sellados por calor y más tarde, en 1952, el saquito de té flotante, patentado por una empresa británica. Fue recién al año siguiente que la sociedad inglesa aceptó la innovación. En 1960, solo el 3% del mercado de té británico era en saquitos, llegando al 96% en el año 2007.


Más innovación

La innovación no es solo inventar algo, sino también mejorar cosas ya inventadas. Así, en 1992 se introdujeron al mercado los saquitos de té redondos y en 1996, los piramidales. Ambos diseños reducen la cantidad de adhesivos usado en su confección y, por lo tanto, costos de producción.


Cuando los sentidos juegan un papel importante

No es novedad que al ir de tiendas nos llame la atención la caja, lata o bolsa en la que se comercializa el té, además de la marca comercial que lo identifica. La imagen es lo primero que aprecia el consumidor y por tanto el diseño de la marca y el del empaque son elementos muy importantes.

¡Que lata más bonita! o ¡que etiqueta tan elegante! son el tipo de expresiones que pueden animar definitivamente a probar su contenido, aunque el importe del producto sea algo superior al programado o habitual.

Esos diseños tan creativos son protegidos por dos tipos de propiedad intelectual: las marcas y los diseños industriales. Las primeras protegen el nombre de la empresa, el nombre del propio té y las correspondientes etiquetas con los logotipos y grafismos característicos con que se identifican; mientras que la ornamentación de las etiquetas y el diseño del empaque se protegen bajo la modalidad de diseño industrial. Este tipo de protección es para las formas, la geometría y la ornamentación de los objetos.


¿A quién no se le “ahogó” la etiqueta del saquito de té alguna vez?

Para evitar ese desagradable momento donde no encontramos cuchara y para sacarla nos quemamos los dedos, Elisabeth Soos propuso tPod. Este es un diseño exclusivo de saquitos de té que permite desplegar la etiqueta y convertirla en un barquito que flota en la infusión.

 

 

 

  

 


Foto de portada: Christine Wehrmeier - Unsplash