Del campo a tus manos: la innovación al servicio de la desinfección
Que linda manita
Que tengo yo
Bonita y limpita
Gracias a la innovación
Parafraseando la canción infantil “Qué linda manita”, hoy podemos decir que tenemos las manos bonitas y desinfectadas gracias a la innovación en la cadena agroindustrial del maíz. Esta genera tecnologías que van desde la semilla hasta el procesamiento de los granos y el rastrojo para mejorar la eficiencia en la producción de etanol, el alcohol usado como sanitizante.
Transmisión de enfermedades
Una de las principales recomendaciones para evitar contagios de enfermedades bacterianas y virales es el lavado y desinfección frecuente de manos y superficies. Entre los productos recomendados se encuentran el alcohol líquido y en gel, los cuales provienen en parte de la fermentación del maíz.
Innovación para una mejor conversión
Tradicionalmente, el maíz se ha mejorado para aumentar el rendimiento de grano/ha y para otras características como resistencia a plagas y enfermedades, pero no fue hasta el desarrollo de la industria de los biocombustibles que los programas de fitomejoramiento se interesaron por aumentar la eficiencia en el rendimiento de bioetanol/ha.
Una manera de hacerlo fue mediante ingeniería genética, introduciendo un gen microbiano que codifica para la producción de la enzima alfa amilasa en el endospermo del grano de maíz y facilita la transformación del almidón en azúcares más simples, primer paso en la fermentación para producir alcohol. Así, se puede producir mayor cantidad de etanol con la misma cantidad de maíz.
Del grano al rastrojo. Aprovechamiento de la biomasa para producir alcohol
El bioetanol también puede obtenerse de los residuos de cosecha. Aquí es donde entra en juego el rastrojo de maíz como fuente de compuestos fermentables. Un estudio conducido en España muestra que las variedades criollas presentan mayor producción de rastrojo, por lo cual podrían emplearse en los cruzamientos para obtener híbridos de doble propósito: alto rendimiento y mayor volumen de rastrojo para usar en la industria del bioetanol.
Innovaciones que ayudan a tener las manos desinfectadas
La tecnología D3MAX, patentada en EE.UU., eficientiza el proceso de obtención de etanol a partir del rastrojo de maíz. Mediante esta tecnología se aprovecha el almidón, la celulosa, la xilosa y la arabinosa de los residuos para convertirlas en etanol celulósico con mayores rendimientos y menor consumo de energía. Por otro lado, se han optimizado enzimas para sacarificar la fibra del grano y comenzar más fácilmente la fermentación. También se han creado molinos que incrementan el acceso de las enzimas al almidón y pretratan la fibra del grano para que las celulasas puedan actuar. Esto aumenta el rendimiento de alcohol hasta en un 4%.
Algunos números
- 57 millones de ton de maíz se destinan a la producción de bioetanol en Argentina
- Anualmente nuestro país produce 463 mil toneladas de bioetanol de maíz
- El 39% del bioetanol argentino se produce en Córdoba en las plantas de Río Cuarto, Villa María y Alejandro Roca
Como hemos visto en este artículo, la innovación es necesaria en toda la cadena: desde la producción de materia prima hasta la elaboración del producto final. El reconocimiento de la propiedad intelectual alienta a seguir innovando para lograr una mejor calidad de vida.