¡Hasta el infinito y más allá!

Los superhéroes de las películas e historietas protegen al universo, mientras que sus creadores protegen la imagen de estos personajes a través de diversos recursos como licencias y derechos de autor. Conocé la historia detrás de Buzzlightyear y Super Hijitus y descubrí cuánto talento y genio hay detrás de estas creaciones humanas.

A propósito del estreno de la cuarta parte de la película de Disney-Pixar “Toy Story”, nos preguntamos acerca de los derechos de propiedad intelectual en el mundo de los juguetes y el entretenimiento infantil.

Parece que los dibujos animados, las historietas y los juguetes, esas cosas que inventan los grandes para que se diviertan los más chicos, y la propiedad intelectual tienen un largo camino recorrido. Como resultado del ingenio humano están protegidos por derechos de propiedad intelectual.


Patentes y diseños industriales

Los juegos están protegidos por patentes. Uno de los primeros en patentarse, en el año 1935, fue el “Monopolio”. El “Twister” y la “Batalla Naval” también están protegidos bajo esta modalidad. En los juguetes, por otra parte, lo que se protege es el diseño industrial; es decir la forma del artículo. Por ejemplo, la construcción de la icónica muñeca Barbie está protegida por derechos de propiedad intelectual.

Las historietas y los derechos de PI

Las historietas están protegidas por derechos de autor y de marcas. Los primeros protegen la historia, personajes y elementos gráficos y les da a sus creadores el derecho de controlar la forma en que se usan sus obras y personajes. Las segundas protegen los nombres y la imagen de los personajes. Un caso curioso lo representan las palabras “Súper Héroes”. Éstas estaban tan arraigadas en la sociedad estadounidense de los ochenta, que tanto Marvel como su archirrival DC Cómics pidieron el registro para usarlo en juguetes y cómics. El mismo fue concedido en conjunto y sigue vigente en la actualidad.
 

Y llegaron las licencias…

Los acuerdos de licencias son, básicamente, contratos que definen y estructuran la relación comercial entre el licenciatario (quien va a usar un bien con derechos de autor o marca) y el licenciante (quien posee los derechos de autor o marca) y establecen las condiciones por las que un fabricante puede producir, por ejemplo, un juguete con la imagen de un personaje determinado.


¿Sabías qué?

Los derechos de autor de la famosa canción infantil “El elefante trompita” pertenecen a Tito Alberti, el padre del baterista de Soda Stereo Charly Alberti. A propósito de los derechos de autor, Charly afirmó en 2006 “Mi papá fue el compositor de la música del elefante Trompita: mi primera mamadera de leche se llenó con las ganancias que él tuvo con la música".


 
¿Qué permite hacer un contrato de licencia?

Una licencia sobre marcas y diseños industriales suele ser no exclusiva, para que el licenciante tenga la posibilidad de conceder varias autorizaciones a diferentes licenciatarios y, a su vez, reservarse también el propio uso. Este es el caso de los personajes de las películas Toy Story, donde Disney-Pixar ha concedido, por ejemplo, a la empresa Ditoys licencias para fabricar juguetes con Woody, Buzz Lightyear y otros personajes de la saga o a McDonald´s para incluirlos como regalo en la Cajita Feliz.

Según la Cámara Argentina de la Industria del Juguete, existen por lo menos seis tipos de contratos de licencia que combinan origen (nacional o importado), tipo (de personaje o fabricante) y modo de explotación (producir o importar) del producto. En nuestro país predominan las licencias extranjeras y de personaje.

Las licencias de personaje consisten en la aplicación de una imagen, logo o marca reconocida públicamente a un producto. Es el mecanismo por el cual el mundo del entretenimiento completa los ingresos de su negocio con merchandising. Por lo tanto, tales licencias corresponden a personajes de películas, programas de televisión o dibujos animados.

Las licencias de fabricante son aquellas en donde la empresa local adquiere el derecho de fabricar y comercializar productos de una determinada marca, lo que le permite ganar competitividad en su mercado debido al prestigio de la misma, y debe cumplir con una serie de obligaciones y especificaciones convenidas en el contrato de licencia. Normalmente ellas se refieren a la producción de un juguete de calidad, estandarizado, con normas de seguridad, presentación, proceso de producción, etc. También es interesante observar que en muchos casos las licencias no sólo implican compromisos referidos directamente al producto, sino que también pueden comprender cuestiones tales como cuidado del medio ambiente o condiciones de trabajo mínimas; como forma de preservar el prestigio institucional de la empresa licenciante. 

Estos personajes infantiles son creaciones del intelecto humano, es decir tienen un autor, cuyos derechos deben ser contemplados (en caso de que pertenezca a una persona física diferente a la compañía licenciante) también por el licenciatario. Cabe destacar que los derechos de autor y los derechos de marcas y diseños industriales son complementarios y no excluyentes, de modo que deben respetarse ambos de manera simultánea. Por lo general, en los productos que se fabrican bajo este tipo de licencias, la compañía licenciante suele exigir que en los productos aparezca su propio copyright y la indicación de que la marca es un registro suyo, como en el caso de Disney-Pixar y Ditoys.
 

Argentina también tiene superhéroes

  

Quizás el más conocido sea Súper Hijitus, de García Ferré, que dio origen a la primera serie nacional de dibujos animados. Todos los personajes de la serie (Pucho, Larguirucho, Cachafaz, la bruja Cachabacha, Oaky, el profesor Neurus, etc.) son marcas registradas en el INPI por producciones García Ferré en las categorías 25 (prendas de vestir) y 28 (juegos y juguetes). Otro súper, mucho menos conocido, es Zenitram (¡“Martínez” al revés!) nació como la novela gráfica del autor Juan Sasturain y luego fue trasladada al cine. No importa que haya sido un fracaso de taquilla, lo que nos interesa es que Zenitram es, también, una marca registrada y que para llevarla al cine se tuvieron que conceder una serie de licencias y respetar los derechos del autor, así como lo hizo Felfort para llevar los personajes de Hijitus a sus famosos chocolatines Jack.

La consecuencia de la vulneración de los derechos de PI en la industria del juguete

La Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea reportó que las pérdidas anuales de los fabricantes de juegos y juguetes en Europa por la venta de productos falsificados, asciende a 1.400 millones de euros y conlleva la pérdida de más de seis mil puestos de trabajo directos, ya que los fabricantes legítimos emplean a menos trabajadores de lo que harían en ausencia de las falsificaciones, y 13 mil indirectos. El informe revela asimismo que, cuando se tienen en consideración los efectos de la falsificación en el sector, el importe que dejan de ingresar a las arcas públicas de la UE asciende a 370 millones de euros en concepto de pérdida de IVA, impuestos sobre la renta, cotizaciones a la seguridad social e impuesto de sociedades.

Para seguir disfrutando de muchos más juguetes y películas, los derechos de los autores y compositores son de fundamental importancia para que siga girando el engranaje de la industria del entretenimiento infantil.