Historias geniales: la invención del saquito de té

Mujeres prácticas y creativas, cuerdas, bolsitas, latas y barquitos de papel se mezclan en esta historia para hacer posible que en nuestras alacenas esté presente uno de los inventos más usados en nuestro día a día, el saquito de té.

La innovación que tiene como objetivo la comodidad y el mimo de los sentidos

Si hay algo que valoramos en este mundo acelerado en el que vivimos es la comodidad y la practicidad en la preparación de nuestros alimentos y bebidas, pero sin perder calidad. Así, los humanos nos la hemos “ingeniado” durante cientos de años para hacernos la vida más fácil y placentera. Te invitamos a viajar en el tiempo para conocer quiénes nos hicieron la vida un poquito más fácil y placentera inventando el saquito de té.

Las damas primero

Corría el primer año del siglo XX cuando Roberta Lawson y Mary McLaren, dedujeron que se necesitaban muchas hojas para preparar una buena taza de té y que éstas perdían calidad si se las dejaba en el agua mucho tiempo. Pensando cómo mejorar y facilitar el proceso, inventaron una bolsa de algodón, de malla abierta, doblada por la mitad y cosida en los laterales a las cual se le podían introducir algunas hojas de té. Luego, esta bolsa se metía dentro de una taza con agua caliente para realizar una única infusión para uso inmediato. Patentaron su invento en 1903 y desde entonces podemos hacer de los cinco minutos, una pausa.

Un salto hacia el mercado

Mary y Roberta no tuvieron éxito en llevar su invento al mercado. Quien lo logró fue Thomas Sullivan, un importador, quien usando herramientas de márketing de la época mandaba muestras de diferentes tés a sus clientes en pequeñas bolsitas de seda. Estos, en lugar de retirar las hojas y prepararlas en una tetera, vieron el beneficio de infusionarlas directamente ahorrándose el tiempo de lavar tetera y colador y generando menos desperdicios. Pero la seda era muy cara y su tejido muy fino, así que la sustituyó por gasa. Así, las nuevas bolsitas de té se abrían paso en los hogares americanos.
 

Los ingleses fueron más conservadores

Detrás de estos primeros inventores llegaron otros que perfeccionaron el saquito de té. En 1910 se le adicionó una cuerda para retirarlo fácilmente de la taza y en 1929, una empresa alemana inventó la primera máquina para su embalaje (producía 35 saquitos por minuto). En 1930, se inventaron los saquitos de fibra de papel sellados por calor y más tarde, en 1952, el saquito de té flotante, patentado por una empresa británica. Fue recién al año siguiente que la sociedad inglesa aceptó la innovación. En 1960, solo el 3% del mercado de té británico era en saquitos, llegando al 96% en el año 2007.

Más innovación

La innovación no es solo inventar algo, sino también mejorar cosas ya inventadas. Así, en 1992 se introdujeron al mercado los saquitos de té redondos y en 1996, los piramidales. Ambos diseños reducen la cantidad de adhesivos usado en su confección y, por lo tanto, costos de producción.

Cuando los sentidos juegan un papel importante

No es novedad que al ir de tiendas nos llame la atención la caja, lata o bolsa en la que se comercializa el té, además de la marca comercial que lo identifica. La imagen es lo primero que aprecia el consumidor y por tanto el diseño de la marca y el del empaque son elementos muy importantes.

¡Que lata más bonita! o ¡que etiqueta tan elegante! son el tipo de expresiones que pueden animar definitivamente a probar su contenido, aunque el importe del producto sea algo superior al programado o habitual.

Esos diseños tan creativos son protegidos por dos tipos de propiedad intelectual: las marcas y los diseños industriales. Las primeras protegen el nombre de la empresa, el nombre del propio té y las correspondientes etiquetas con los logotipos y grafismos característicos con que se identifican; mientras que la ornamentación de las etiquetas y el diseño del empaque se protegen bajo la modalidad de diseño industrial. Este tipo de protección es para las formas, la geometría y la ornamentación de los objetos.


¿A quién no se le “ahogó” la etiqueta del saquito de té alguna vez?

Para evitar ese desagradable momento donde no encontramos cuchara y para sacarla nos quemamos los dedos, Elisabeth Soos propuso tPod. Este es un diseño exclusivo de saquitos de té que permite desplegar la etiqueta y convertirla en un barquito que flota en la infusión.


Foto de portada: Nathan Dumlao - Unsplash